Relación entre el clima, el cuerpo y las etapas de nuestra evolución

Siempre se ha pensado que el avance científico y material del hombre se contrapone a la espiritualidad.
Sólo a través de los símbolos resulta posible acercarse a la verdad oculta tras el velo material.
Y sólo acercándose a esta verdad nos será posible disfrutar del paraíso terrenal.
Dios está en todas partes. Pero el hombre nada más encuentra a Dios en el fondo de su corazón.
El hombre necesita trascender el tiempo desfasado y equilibrar la edad de la razón con la edad del corazón.
Por otra parte, los símbolos no son mágicos ni deben usarse como amuletos, solamente representan el orden establecido por la Divinidad, y es a través de estos símbolos que el hombre se puede acercar a la Verdad.
Todas las religiones tienen trazados en sus símbolos el destino espiritual del hombre. Pero el hombre, debe trascender ese símbolo desde el habitualismo, y encontrando el significado oculto, practicar su enseñanza, no limitándose a la adoración de los símbolos como una práctica externa cotidiana, carente de la iluminación interior.
El hombre, transformó los símbolos en ritos y comenzó por adorarlos, en vez de practicar la enseñanza que le transmitían.
En otras palabras, el hombre debe dejar de adorar al becerro de oro, para no detener el ascenso de su evolución.

En la idea de la evolución espiritual, viene latente la creación de instrumentos especializados para contrarrestar la aparición de cualquier fuerza regresiva. Esa capacidad del hombre, que está proyectándose, con el desarrollo electrónico-cuántico-biomolecular, permitirá congeniar el valor de cambio con el precio. El precio de un video porno, a costa de una vida espiritual ascendida. O sea, para tener la oportunidad de ingresar en el paraíso terrenal, que de alguna manera advendrá, el individuo primero deberá ascender en su nivel espiritual; es el mínimo propuesto por los principios divinos.

La idea de la evolución espiritual del ser humano, no está referida al concepto de analogías románticas o arbitrarias, sino que al devenir histórico del comportamiento individual y social del ser humano, cuyos niveles se asimilan al diseño de su estructura física, que no puede provenir de un azar evolutivo biológico, sino que corresponde al patrón natural que originan los fenómenos del desarrollo orgánico proveniente de principios armónicos de una supra inteligencia que sólo pueden ser captados en nuestro interior por la conciencia intuitiva y cuyo concepto es posible analizar con relación a los puntos de vista biológicos sociales e históricos.

La evolución espiritual de la humanidad está proyectada de acuerdo con un plan. Cuando la humanidad se aparta de ese plan o se detiene en su camino, aparece el Maestro que enseña el camino correcto.
Cuando el hombre está en las etapas inferiores, la actividad de sobrevivencia la cumple en forma inconsciente, pero a medida que asciende, adquiriendo la conciencia de su parte divina, debe adecuar sus actividades a esos principios.
La conciencia se alcanza en la etapa del corazón.
Las clases sociales, sólo pueden diferenciarse por el distinto nivel espiritual, que se contrapone con el nivel de clases sociales, ya que, con respecto a la evolución espiritual, el hombre social puede estar involucrado en diferentes grados de evolución; espiritual y racional.

Cuando la electrónica reemplace la división del trabajo en sociedad, dejará de existir la organización social del trabajo, y el hombre podrá aislarse del, porque todo se lo proporcionará la organización electrónica. Entonces, el hombre, se aislará para meditar y se juntará para compartir sus sentimientos y ejercitar sus instintos. La base de la organización social, no será la división del trabajo, sino que la división de las actividades educativas, deportivas, artísticas, religiosas, medicinales y otras en las que los hombres, se relacionarán con armonía y amor fraternal.

Observando los acontecimientos históricos y confrontándolos, a la estructura física del organismo humano, se comprueba que existe una constante en los hechos. Al compararlos se descubre una intención última en el diseño humano; así como está escrito en los cielos, en la estructura del hombre también se descifra una clave de la evolución espiritual, ajena a la idea de la evolución física de Darwin.
Entonces, la idea referida a los diferentes grados de evolución, de acuerdo con las distintas edades fisiológicas y sociales de la civilización, y teniendo como punto de referencia el cuerpo humano, estas edades serían:

1° Edad del Edén

2° Edad de la célula o del pié -sub Edad de la rodilla

3° Edad del sexo

4° Edad del estómago (abdomen)

5° Edad del corazón

6° Edad de la laringe (comunicaciones)

7° Edad de la mente

8° Edad del espíritu (Edad de la iniciación)

9° Edad del discipulado

10° Edad del hombre divino

Así, los términos propuestos, significarán lo siguiente:

– Edad del Edén: de la inocencia.

– Edad de la Célula o del Pie: de las cavernas. El hombre luchaba para suplir sus necesidades y se defendía del medio ambiente.

– sub Edad de la Rodilla: (el hombre fue sometido por la violencia del más fuerte) – Edad del sexo: del paleolítico, cuando el hombre subsistía de la caza, del pastoreo y de la recolección, en condiciones de nómada que va en busca de su propio alimento y el de su rebaño.

– Edad del Estómago: del neolítico, cuando el hombre aprende a cultivar los productos de la tierra para su alimentación, se vuelve sedentario y trabaja la tierra como agricultor.

– Edad del corazón: en que el hombre debe sobreponerse a la barbarie de su tiempo de lucha por la sobrevivencia y debe practicar las enseñanzas de amor a Dios y a sus semejantes, que los profetas le han entregado.

– Edad de la Laringe: de la difusión del conocimiento divino y del amor fraternal, y no del odio de las ideologías racionalistas materialistas.

– Edad del cerebro: de la razón, que unida a la edad del y del sexo por intermedio del corazón forma el hombre equilibrado, el hombre sabio que practica el conocimiento y los mandamientos divinos.

El hombre, en una posición fácil y paradójica, con ideas utópicas de amor a la humanidad, puso una cortapisa dogmática a la evolución, en plena época de la desintegración de la materia, para crear una filosofía racionalista que obstaculiza el paso hacia su integración espiritual plena, y utiliza su co-razón, para retrotraer su evolución a los planos de las edades inferiores, que acarrean una degradación en las costumbres; permisividad, inmoralidad, criminalidad, drogadicción, alcoholismo, etc.

La tecnología nos abrirá el camino para ingresar en la era donde predominará un pensamiento filosófico y científico, condicionado a los preceptos divinos, cuyo equilibrio posibilitará la creación de una nueva civilización, estructurada en las virtudes de la honestidad, la comprensión, la tolerancia, y el amor espiritual.

Existen dos proposiciones de los biólogos para determinar las causas de las conductas sociales de los individuos: conducta genética e importancia del ambiente. Las que están en permanente cambio, alternándose entre una y otra proposición. No existe aún claridad al respecto.

Murray – Herrnstein plantea lo siguiente:

«La genética ni explica ni puede explicar la diferencia entre grupos sociales en cuanto a capacidades intelectuales, éxito económico o status social alcanzado. Este recurso explicativo a la genética coincide con el tirón inercial de las modas científicas para servir de pretexto a claros intereses ideológicos y antisociales, cuyos presupuestos son contrarios a las aportaciones de la literatura experimental en biología molecular y genética de la conducta.»

Concluyen los científicos que hay genes para un tipo de comportamiento particular y que los genes no determinan la conducta:

«En cualquier caso, debe quedar claro que las evidencias disponibles hasta el momento no justifican el hablar de «genes para la conducta». Más taxativamente: no existen «genes de la conducta», como tampoco hay «genes para la belleza» ni «genes para la capacidad atlética» Los genes son estructuras químicas que sólo pueden codificar secuencias de aminoácidos, las cuales interactúan con todos los componentes celulares, orgánicos y estructurales, e indirectamente pueden afectar extremos tan complejos como la conducta; pero no hay genes para un tipo de comportamiento particular.» (Plomin 1990)

Dado lo complicado que resulta resolver la trama de la composición celular y genética del ser humano, teniendo en cuenta que «el cerebro humano contiene más de 50.000 millones de neuronas, cada una capaz de establecer entre 1.000 y 10.000 conexiones (sinapsis) para intercambiar señales con las demás. En cada sinapsis hay un millón de moléculas neurotransmisoras que podrían afectar a la neurona. Esta complejidad hace muy improbable el hecho de que las diferencias de los individuos en su actividad neuronal estén significativamente determinadas por la acción de un único gen individual, o por la de unos pocos. Cualquiera de los genes implicados puede alterar el comportamiento de un individuo, pero el rango normal de variaciones en la conducta está probablemente orquestado por un sistema de muchos genes, cada uno con efectos pequeños, así como por influencias ambientales. Se heredan siguiendo los mecanismos hereditarios descubiertos por Mendel, y en su transcripción y traducción responden a las reglas de la genética molecular.»(Plomin 1990)

De acuerdo con estos antecedentes sería más aceptable establecer entonces que la conducta es propia de las circunstancias del proceder histórico del ser humano; determinada por factores ambientales que provienen de causas exógenas heredadas de hechos ocurridos en la noche de los tiempos, y que por lo mismo, son más bien propias de los niveles de las edades establecidas en la evolución espiritual del ser humano.

Por esta razón, es posible establecer que las diferencias de las conductas sociales y del desarrollo de la inteligencia no son genéticas, sino que más bien de conformación ambiental al nivel de la evolución espiritual de cada individuo de acuerdo con los niveles de las edades biológicas interpretadas en su estructura orgánica, considerando que las deficiencias de alimentación y de educación también pudieran afectar la integración normal del cuerpo-mente de los individuos, situación incierta que induce a creer que es imprescindible agilizar el camino hacia el paraíso terrenal donde el hombre logrará al fin terminar con las desigualdades que afectan a la humanidad.

Por la misma razón, se concluye que las diferencias sociales en los desencuentros ideológicos solamente se lograrían equilibrar en la edad del corazón, donde se adquieren el sentimiento espiritual del amor a nuestros semejantes y la sabiduría divina que supera las diferencias ideológicas, integrando una ecuación inteligencia-sentimiento liberada de prejuicios clasistas, raciales, religiosos e ideológicos; con la única finalidad de propender al bienestar de la humanidad.

Entonces, se comprenderá que ni la genética ni el medio ambiente pueden regir nuestras conductas sociales, sino que solamente la aceptación de los valores éticos y espirituales, los cuales, nos permitirán acceder al paraíso terrenal que nos depara la nueva era, donde se practicará la igualdad entre todos a

quellos que acepten respetar los principios divinos. Debemos tomar conciencia que estamos entrando en una nueva Era, a la que se llega bajo el impulso del racionalismo, sin que la humanidad haya logrado asumir la Edad del Corazón, antes de ingresar en la Edad de la Laringe (Comunicaciones), y de ahí pasar a la Edad del Cerebro. El hombre no merecía adelantar su ingreso en esta edad, como lo hizo al desarrollar su mente, antes de asumir la Edad del Corazón, causando muchos males y sufrimientos a la humanidad. Sin embargo, ahora al tomar posesión de esta edad privilegiada, con un nuevo sentido común, se acercará más a la espiritualidad. De esta Edad del Cerebro, transitará a la Edad del Espíritu. El progreso tecnológico se acelerará incontenible en la Edad que se aproxima, y la técnica entregará al hombre todos los bienes deseables, permitiéndole cultivar su conocimiento, su arte y su espíritu, condicionado a que asuma la Edad del Corazón, que había dejado atrás. La tecnología llevará al hombre a una utopía real no imaginada por los políticos ni los ideólogos.

El ser humano advierte que se aproxima una revolución de las costumbres que exigirá un perfeccionamiento cultural y moral. Sólo aquellos que estén preparados podrán participar. El plan está fijado de antes. El ser humano posee condiciones innatas, como dice Toynbee, que le son propias, como los sistemas defensivos que posee el organismo humano.

Así como el organismo rechaza el ataque de los virus, el nuevo espíritu, no tolerará por mucho tiempo el pecado. Vendrán los nuevos ascetas, pero serán unos ascetas puros de mente y corazón que podrán disfrutar de todas las comodidades, bienes y servicios que entregue el Paraíso Electrónico.

El hombre nuevo, será muy distinto al modelo de los ideólogos.

Una sociedad ni puritana ni decadente. Equilibrada desde el centro que distribuye la vida desde el corazón hacia las fuentes de la reproducción y manutención del organismo, y hacia la fuente del conocimiento material.

Y como el hombre nunca ha estado dispuesto para ascender de mutuo propio, será impelido por las electrónicas para cumplir con los requisitos de un hombre espiritual. Ellas le abrirán las puertas al paraíso terrenal, sin embargo, velarán por que solamente los limpios y puros de corazón puedan servirse de esta avanzada técnica.

El ser humano, que siempre ha estado dispuesto para ingresar en el paraíso terrenal, no podrá sustraerse al embrujo coercitivo de las electrónicas, y hará cualquier cosa, incluso someterse a los principios divinos, para alcanzar a disfrutar del paraíso terrenal.

Pero no nos engañemos, esto es sólo la antesala del paraíso. Así y todo, si el hombre cumple con los preceptos divinos, logrará ascender a la edad del Corazón, donde se forjará el verdadero hombre nuevo.

El hombre en la Edad de la Célula se arrastraba en las cavernas.

En la Edad del Sexo, el paleolítico, subsistía gracias a sus actividades básicas de recolección y caza de animales. Y aprendió el arte de matar.

Posteriormente, ascendió hasta la Edad del Estómago, el neolítico, período en el cual el hombre adquirió el conocimiento para hacer producir la tierra y guardar el fruto de su trabajo.

Entonces, cuando el ser humano comenzó a guardar, se hizo esclavo de su trabajo y guardián de sus bienes materiales. Desde ese momento, el hombre se dedicó a invadir otros pueblos, para saquear sus bienes, iniciando una escalada de asesinatos a mansalva de gente inocente. Y descendió al nivel de la rodilla.

¡Y nació la esclavitud!

Habiendo prevenido, la Divinidad, la actitud que tomaría el hombre, encaminada al mal y a la destrucción de sus semejantes, por el mal uso de sus facultades desarrolladas en las edades bajas, preparó la venida del avatar en la edad del Corazón. El avatar llegó a enseñar el conocimiento espiritual, pero muy pocos entendieron el mensaje y le crucificaron. Así como la tierra tiene sus edades geológicas, independientemente de las consecuencias catastróficas de los accidentes exteriores, choques de aerolitos, etc., así también, el ser humano tiene sus edades evolutivas inherentes al desarrollo de su estructura orgánica.

¿Qué es lo primero?

El estado inmaterial del hombre en el Edén.

Más adelante, y siempre en ascenso, salen al encuentro las edades del sexo y del estómago hasta alcanzar la edad del corazón, para rescatar al hombre del deshumanizado trato que se daban entre seres que no podían liberarse de las taras atávicas de las edades inferiores. Finalmente, se presenta la edad del cerebro, en la que la razón material, tras cortar su contacto con la edad del corazón, desarrolla la modernidad trágica, regresando con su accionar a las taras de las edades bajas.

En el rescate de esta edad participará la misma tecnología de la modernidad que creará las condiciones óptimas, para que el ser humano, dispuesto a aceptar los preceptos divinos de la edad del corazón, pueda participar en una civilización paradisíaca; «Una presencia «espiritual suprapersonal» en el universo, capaz de influir en el desarrollo del hombre como para marcar la evolución futura de la humanidad», como lo expresa Toynbee.

Ese camino evolutivo, que viene señalado en la estructura física del hombre, el cual, es posible constatar a simple vista.

El liberalismo racionalista, interpretado en la robótica electrónica, de la producción de bienes, aliado con el socialismo cristiano de consumo, dirigido por el sentimiento divino albergado en el corazón, concordará los intereses de producción y consumo con la moral cristiana, de acuerdo con la escala de la evolución espiritual:

Sub edad de la rodilla: – Producción en un régimen de esclavitud

Edad del paleolítico: – Consumo moisesiano del maná en el desierto (recolección y caza)

Edad del neolítico: – Consumo socialista

Edad del corazón: – Distribución cristiana del consumo

Edad de la laringe: – Publicidad

Edad del cerebro: – Producción liberal (racionalismo materialista)

El consumo cristiano, que preconizaron los santos, debe ir de la mano con la producción liberal racional; y la distribución, de acuerdo con los principios de la edad del corazón. El paraíso terrenal, donde podrán ingresar solamente los puros y limpios de corazón, llegará cuando la concentración de los medios de producción liberal, libere al proletariado, no con la destrucción del capitalismo, sino que con el desarrollo de la tecnología robótica computarizada, la cual, con el financiamiento aportado por las grandes concentraciones de capital, creará los medios de producción automáticos, en que ya no será necesaria la explotación del hombre por el hombre.

Los científicos descubrirán que el desarrollo y uso de esta tecnología, se logrará cuando se compatibilicen los principios divinos que rigen el material intraatómico, con la energía que proviene del alma de los hombres que comparten estos principios. El avance de la razón del hombre, no podrá alejarse indefinidamente de la base del sentimiento divino manifestado en el corazón.

Entonces, se entenderá que el materialismo existe, porque el hombre no ha comprendido realmente que la materia es una manifestación del espíritu divino. Así, como no podemos renegar del espíritu, tampoco debemos renegar de la materia. Son los sentimientos al nivel de las bajas edades los que deben ser superados.